HISTORIAS DE TERROR


El juego infernal de los 6 días


Luana le había contado a su inseparable e incondicional amiga Isabel acerca de un juego demoníaco que habían realizado personas cercanas a ella, compañeros de estudios para ser más específicos. Se trataba de jugar con la muerte, invocando desde el mismo infierno a un terrible demonio. Consistía en algo muy simple, solo dejar un vaso de vino tinto, con una gota de su sangre, debajo de la cama, específicamente al centro, ese sería el portal del demonio con nuestro mundo. Luego de eso debía cumplir las reglas del juego, en caso de faltar a estas reglas perdería la vida en manos de este terrorífico demonio.

Era una noche fría de Viernes. Isabel regresaba de la Universidad muy cansada, y aún con las palabras de su amiga merodeando cada pensamiento suyo. Isabel no podía librarse de esas ansias, pensaba acerca del terrible juego que mencionó Luana. Ella era una mujer nada cobarde, Amante de las películas de terror, las cuales últimamente la habían decepcionado, entonces quería sentir ese miedo escalofriante que deje satisfecho su hambre de miedo, de horror, de exquisito temor. Sin pensarlo mucho y dominada por esas terribles ansias de experimentar algo realmente terrorífico, decidió realizar el juego la noche siguiente.

Isabel dejó el vaso con una gota de su sangre a medianoche debajo de su cama, y dijo las palabras: "Ahharu te llamo a este mundo para saciar tu sed", lo repitió 6 veces tal como le mencionó su "buena amiga" Luana. Esa noche noche no pasó nada anormal, nada que perturbe sus sueños.Al día siguiente, llegada la noche y con Isabel acostada en su vieja cama de madera. A la medianoche el demonio apareció en su cuarto. Ella estaba en su cama, de pronto escucha un ruido debajo de esta, algo se arrastraba, algo rasgaba el piso de parquet. Algo tomó el vaso que dejó la noche pasada, el demonio  salió arrastrándose debajo de la cama, dio unos pasos en el cuarto, hizo un sonido con el vaso como pidiendo que la próxima noche este lleno, lleno de esa sangre humana que le gusta beber, lleno de la sangre de una joven mujer. Isabel no abrió los ojos por nada, no debía hacerlo, no podía ver al demonio hasta el tercer día, tenía que hacerse la dormida, de lo contrario encontraría la muerte de la manera más horrenda. El demonio la descuartizaría y llenaría el vaso con su sangre para beberlo, esa era una regla de este macabro juego. Felizmente aquel día Isabel no falló, en ningún momento abrió los ojos, solo escuchaba los ruidos que hacia el demonio en su cuarto. Isabel permaneció inmovil, pegada a sus sábanas. Luego de unos minutos, que para Isabel fueron infinitas horas de terror, de miedo; el demonio volvió por el portal debajo de la cama. Dejó el vaso en el mismo lugar, sin antes tocar la copa para avisar su retiro. Isabel sabía que esa noche  no debía abrir los ojos y así lo hizo.

Al día siguiente, tenía que cumplir con otra regla de este juego. Antes de las 10 debía acostarse y apagar todas las luces... debía esperarlo despierta hasta la medianoche, no podía dormirse antes, si lo hacía ya sabia como debía pagar su falta. Llegada la medianoche, volvió a escuchar cuando el demonio tomó el vaso y salió a visitarla. Ella sabia que aún no podía verlo y por nada del mundo abriría sus ojos. Acostada en su cama,  sintió como esa presencia se acercaba hacia ella, sintió un espantoso ruido que simulaba una fuerte corriente de aire, un zumbido en sus oídos; su cuerpo no le respondía, no podía moverse, se le hacia dificultoso respirar y sentía que se ahogaba. Tenía que resistir, ella escogió ser parte de este juego y ya no había salida. El demonio tomó su brazo lentamente, haciendo de ese breve momento un largo periodo escalofriante, después apretó bruscamente y con tal fuerza que parecía querer arrancarle la extremidad. Isabel sintió un escalofriante temblor en todo su cuerpo... tuvo una ilusión, una visión... sentía que caía en un profundo hoyo sin fin, mientras escuchaba gritos desgarradores, lamentos, el llanto tenebroso de un bebe, y una voz que la llamaba... "Isabel", la voz hacía una corta pausa y volvía a llamarla en susurro... "Isabel"...
Todo fue fugaz, en un momento todo calmó repentinamente, el tenebroso momento había terminado. Isabel pudo volver a respirar sin dificultad, aún le temblaba el cuerpo por el miedo, los escalofríos calmaban poco a poco. pero no podía abrir los ojos ella lo sabía. Debía cumplir las reglas. El demonio volvió a tocar el vaso, era una señal, un hasta pronto...

Al tercer día debía conocer al demonio. Al verlo, contrariamente a los otras ocasiones, debía hallar los ojos de Ahharu. No debía voltear la mirada ni mucho menos cerrar los ojos. Debía quedarse viéndolo fijamente hasta que su presencia desaparezca. Esa noche, Isabel esperaba acostada en su cama, tenía miedo, miedo a fallar, miedo acabar mal el tenebroso juego. Ya no había marcha atrás, no había espacio para el arrepentimiento, su vida estaba en riesgo.

Llegada la medianoche, ella escucha que alguien tocó el vaso. Levanta la parte superior de su cuerpo, sus piernas quedaron cubiertas por sus frazadas. Ahora intentaba encontrar al demonio. No paso mucho tiempo y lo halla en una esquina de su cuarto junto a la puerta. Tenía un aspecto humanoide, con enormes garras en las manos, las orejas de un duende y unos prominentes colmillos. No podía distinguirlo bien en la oscuridad. Además debía centrarse en su rostro, logra encontrar los ojos del demonio. Tenía los ojos de un felino, brillantes, de pupilas verticales... ahora no debía despegar su mirada de la suya. El demonio también la miraba fijamente, esperaba que cometa un error para tener el derecho de poder matarla. Pasaron varios minutos, casi media hora. El miedo la cubría, viajaba por todo el cuerpo de Isabel. El demonio empezó avanzar, se dirigía a Isabel, ella está cada vez más perturbada, aterrorizada. El demonio llega a ponerse cara a cara con ella. La escena queda retratada por varios minutos más. El miedo escalofriante corría por todo el cuerpo de Isabel. 
Suena el vaso y la imagen del demonio empieza a desvanecerse lentamente. Aquella noche Isabel permaneció despierta, sin ni siquiera pensar en la idea de atreverse a dormir.

Las siguientes noches, Isabel soñaba con este demonio, cada noche aparecía en sus sueños; la asesinaba, la descuartizaba, bebía su sangre en el vaso que ella le ofreció el día que lo invocó. El demonio había perdido, solo le quedaba disfrutar asesinarla en sus pesadillas.

Al sexto día ella debía retirar el vaso y romperlo. Así acabaría el macabro juego.
Isabel había calmado sus ansias de temor extremo, con un agregado especial por el cual había decidido, nunca más volver hacer ese tipo de juegos demoníacos. Llegado el sexto día destrozó el vaso y puso fin al juego.

Luego de una semana de acabar el juego; Isabel regresaba a su cuarto para descansar, había tenido un día pesado en el trabajo y la Universidad. Se echó en su cama totalmente agotada. Repentinamente las luces se apagaron, ella se levantó apresuradamente, aún tenia los recuerdos del demonio en la cabeza, ella sentía que aún no había acabado. Todo el ambiente estaba absolutamente oscuro, no podía ver nada, ningún rastro de luz, ella permanecía inmóvil. De pronto el ambiente se puso de un color rojo intenso. Isabel miro alrededor suyo, aún permanecía en su cama pero estaba en un mar de sangre, en un mar infinito de sangre, donde parecía que el centro era el lugar donde ella se hallaba. Miraba a todos lados y encontraba el mismo ambiente. Escucho tocar el vaso de vidrio a sus espaldas. volteó lentamente la mirada, muy cautelosa y llena de miedo. Encontró al demonio. Pero lo más horrendo fue lo que vió... El macabro ser tenía en sus manos la cabeza de su amiga Luana... Isabel pegó un horrendo y desesperado grito. Mientras escuchaba la sádica risa del demonio. Isabel se desvaneció.
Cuando despertó, se hallaba en su cama. Lo primero que hizo fue llamar a su amiga. Le contestó la hermana de ésta, quien le dijo que su hermana había muerto la noche anterior, que su cuerpo fue hallado descuartizado en su cuarto. La policía aún buscaba la cabeza.




El mendigo del dibujo

Eran las 8 30 de la noche, salía apresurado del trabajo, estaba cansado, no había tenido un buen día. Camine dos cuadras pensando en llegar a mi cama, descansar y olvidar todo lo sucedido el día de hoy. Cuando estaba caminando, vi a un niño que había hecho un hermoso dibujo de Jesús en la vereda de la calle, él tenía una pequeña caja de cartón donde algunos transeúntes le donaban algunas monedas, al pasar vi que aquella caja apenas tenia unas cinco monedas, me puse a pensar... eso no le alcanzaría ni para un almuerzo, a la vez me preguntaba si aquel niño tenía un hogar y una cama donde pueda acostarse.
Me detuve por un momento y le dejé un billete al pequeño... tal vez sería una ayuda poco generosa hasta miserable pero era todo lo que podía dar. El niño me miró fijamente, con los ojos llorosos me regaló una tímida sonrisa. 

Seguí mi camino, avance unas dos cuadra más. Antes de llegar a mi paradero vi que al frente había gente amontonada, la policía, gente gritando y reclamando. Sin dudarlo y vencido por mi curiosidad decidí acercarme. Cada vez se escuchaba más claro lo que decían. ¡Se paso la luz roja oficial!, tiene que llevarlo preso, lo ha matado. Las personas estaban indignadas, era claro que había pasado un trágico accidente. Llegue para ver lo sucedido, me di con la sorpresa que la persona que estaba en el pista, con el cráneo destrozado, cerca de las llantas del auto, era el niño a quien hace un momento le había donado un billete. 
Me pregunte aturdido, como es que sucedió si él se quedo atrás, lo había visto hace poco. Era imposible que me haya alcanzado, y menos aún me haya pasado sin que me diera cuenta. Tenía que encontrar una explicación, así que di la vuelta para encontrar aquel niño y solo estaba el dibujo en la vereda. No quería aceptar que era el mismo niño, pero llevaba la misma ropa. Además podía distinguir sus facciones, aún con su pequeño cuerpo destrozado. Definitivamente era él. El trágico suceso me apenó bastante, no pude evitar derramar algunas lágrimas. Sentir lastima, y a la vez cólera por lo injusta y cruel que es la vida.
Al ver a la gente del frente, que también veían desconcertados la escena, encontré aquel niño. Me sorprendió hallarlo, pensé que era una ilusión. Pero no me equivoqué. Era el mismo niño, tenía su pequeña caja y a lo lejos podía ver el billete que le entregué. No dije ninguna palabra, pero de alguna manera verlo me alegró. Al poco tiempo, pude notar algo muy extraño que hasta el día de hoy no puedo olvidar. Al lado del niño, había un ser muy raro, llevaba una túnica negra que lo cubría del todo. No se le podía ver la cara. Me provocaba un miedo escalofriante. Aquel ser toma del hombro al niño, dan la vuelta y ambos atraviesan a las personas que estaban detrás y poco a poco su imagen fue desapareciendo...


El ritual del vaso de vino tinto

El ritual de los 6 días para invocar a Ahharu, un demonio que se alimenta de la sangre humana. El cuál disfrutara descuartizarte y tomar tu cabeza si tu llegas a perder.
El ritual consiste en dejar un vaso de vino tinto con una sola gota de tu sangre, al centro debajo de la cama, esto se haría exactamente a la medianoche. Luego dirás 6 veces Ahharu te llamo a este mundo para saciar tu sed. No dudes que este demonio vendrá a jugar contigo. La regla principal es que pase lo que pase no debías ver al demonio hasta la tercera noche.
Luego de realizado el ritual los siguientes dos días debes permanecer despierto, el demonio saldrá debajo de tu cama tomará tu vaso, deambulará por tu habitación, tratará de que lo veas, a esta criatura no le gusta perder pero es muy respetuoso de las reglas, si en estos días no lo ves ten por seguro que no te pasará nada. Al tercer día de realizado el ritual cuando el demonio aparezca deberás verlo a los ojos fijamente y no despegar la mirada, de lo contrario perderás. Si lo haces bien estarás a salvo y habrás ganado el juego, de lo contrario el demonio tomará tu cuerpo, te descuartizará, te decapitará y tu cabeza quedara en lo más profundo del infierno. Esas son las reglas. Luego de pasado los siguientes tres días deberás destruir el vaso, antes deberás ver que la sangre que dejaste haya desaparecido esa es la señal de que ganaste el juego. Lo malo de este ritual es que el demonio en algunas ocasiones no se va con las manos vacías, las persona que haya jugado estará a salvo pero la criatura tomará la vida de otra persona.





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